Desde edades muy tempranas ya empezamos a desarrollar, con los niños, una serie de habilidades que serán la base del pensamiento adulto. Para preguntarnos cosas sobre nosotros mismos y sobre lo que nos envuelve, con criterio y desde la reflexión profunda, es básico empezar a trabajar desde el juego y desde propuestas de aprendizaje motivadoras. Toda una serie de habilidades que comprenden la investigación, la conceptualización, el razonamiento y la expresión se ponen en marcha.
Adivinar, observar, imaginar, establecer semejanzas y diferencias, definir, establecer relaciones causa y efecto, interpretar, explicar e improvisar son algunas de las habilidades que introducimos en Educación Infantil y que se irán desarrollando en cursos superiores.
Nos convertimos en filósofos, siendo la pregunta nuestra aliada principal. ¿Cómo lo has adivinado?, ¿por qué debe haber pasado?, ¿siempre ocurre esto?, ¿qué pasaría si…? son algunas de las cuestiones que despiertan nuestro interés por seguir investigando y, así, encontrar las respuestas más adecuadas.