La nueva ley de educación, la LOMLOE, contempla a la familia como un elemento fundamental dentro del proceso educativo de los alumnos: una ley “muy familiar”, ¡más que nunca! Miembro activo y participativo, en continua comunicación con la escuela, tutoras y demás profesionales docentes.
Queremos ser un equipo, “familia-escuela”, y, para ello, hemos de propiciar encuentros para dialogar y reflexionar sobre nuestro cometido común y promover la colaboración. El docente, aportando su ciencia pedagógica, su experiencia, y la familia, su contexto primigenio.
¿Qué mejor espacio que el aula de los alumnos para reunirnos?
En este escenario, la tutora propone temas para reflexionar y compartir, directamente relacionados con el grupo clase y su estadio evolutivo. También es una manera de trabajar la pertenencia al grupo, de conocernos y estrechar lazos, más allá de las tutorías individuales. Escuchar las experiencias de los otros y exponer las propias te permite normalizar ciertas cosas. Conocer cómo se tratan ciertas actitudes en el ámbito del aula ayuda a los padres y madres a saber cómo actuar en casa y aplicar estrategias.
El objetivo principal es salir de dichos encuentros con algunos objetivos muy claros y con una actitud optimista. Y, sobre todo, sentir que no estáis solos en la labor de educar: se trata de una acción pedagógica conjunta.